Para la primera sesión matinal se le había concedido el turno al último trabajo del director vasco Juanma Bajo Ulloa, que tras cuatro años desde su última película nos presentaba Baby.
El director vasco vuelve a hacer cine de autoría, del que le gusta, y no por encargo aunque éste le haya dado la fama. Una película que aboga por el encandilamiento al espectador a partir de las imágenes y de la expresividad de sus personajes, acentuado además por no contener ni una sola palabra de diálogo. Nos sumerge en su universo, un mundo de horror repleto de referencias donde lo que menos importa es el hilo argumental principal, y en el que en muchos de sus actos encontraremos seguramente algún tipo de afinidad. Y es que hay que aplaudir esta valentía por llevar un trabajo tan personal a la gran pantalla, ya que previamente se es conocedor que no será apta para todos los públicos. A nosotros, por eso, nos ha gustado bastante.
Seguíamos la mañana con otro producto nacional, esta vez con un thriller de alta tensión, segundo trabajo tras las cámaras del director catalán David Victori, No matarás.
Teniendo como principal protagonista al amigo Mario Casas en un papel que le viene como anillo al dedo, este trepidante thriller es un tour de force, sin apenas descanso, que mantiene al espectador atento a la pantalla en espera de lo que va a acontecer tras cada prueba que tiene que superar. Quizá su aspecto sea demasiado estilizado como un videoclip de música discotequera, pero es un valor añadido que le da intensidad a la trama. Una trama que, aún sin ser demasiado sorprendente, la verdad es que es resolutiva en su cometido, entretener al espectador.
La siguiente en nuestra agenda era la producción de origen húngaro Comrade Drakulich, escrita y dirigida por Márk Bodzsár.
A priori, y teniendo en cuenta que la película iba a ser enfocada hacia el tono de comedia tomando como base el género vampírico, parecía un buen argumento y temática para poder disfrutar de ella un buen rato en la sala. Pero la realidad es que, tras la primera media hora en que la novedad pasa a ser normalizada, todo se vuelve más monótono e incluso hasta anodino, con muy pocas luces que consigan mantener la atención del espectador. Incluso la sátira política y social que hace sobre lo que fue el país en su momento no va más allá de cuatro apuntes correctos. Una película que, aún notándose la carencia presupuestaria y solventándola decentemente, no acaba de cuajar del todo.
Y ya por la tarde comenzábamos la sesión con otra producción española, Malnazidos, una nuevas visita al cine zombi de las manos de Alberto de Toro y Javier Ruiz Caldera.
El género zombi está ya muy trillado y esta película no lo es menos. Todos los tópicos típicos que hemos podido ver a lo largo de su historia, se ven reflejados en ella. Eso sí, como punto a favor que le hace ganar puntos y subir en el ranking unos cuantos puestos, es la mala leche con la que se toman el franquismo y todo lo que supuso en su momento, pero con un tono de comedia más actual. Claro está, la película puede caernos en gracia a los que conocemos la historia y la situación política que hemos vivido y vivimos en el país, per fuera de nuestras fronteras quizá se vea como una más. Aún así, un aplauso por la imaginería con la que se trata, haciendo de ello un producto muy entretenido.
Y para cerrar la jornada de ayer, el espectáculo y enrevesado film Spiritwalker, producción coreana dirigiada por Yoon Jae-Keun.
No podía ser de otra forma que un argumento tan enrevesado no proviniese de la cuna coreana. Si bien la base de la que se parte a priori es sencilla de entender, la línea que sigue se complica de tal manera que el espectador ha de quedar prendado a la pantalla casi por obligación. Eso sí, no falta ningún elemento, ya que aparte de ser un rompecabezas psicológico, las escenas de acción que lo complementan son estupendas. Otra vez más, un thriller muy recomendable para aquellos que gusten de este tipo de rompecabezas.
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