Así pues, comenzaba la jornada con la producción brasileña Casa de antiguidades, dentro de la sección Nuevos directores puesto que se trata de la primera incursión en el largo del realizador y guionista João Paulo Miranda Maria.
Difícil apuesta que el director novel realiza con esta extraña película, en la que parece buscar una salida a la situación actual del país o intentar inducir en el espectador una solución respecto a la falta de sentimiento y cultura nativas de Brasil. Con una clara diferencia de pensamientos (y rivalidad) entre el norte y el sur, deja claro que ese estigma social aún perdura, separando a los propios ciudadanos de un mismo país. Muchos puntos de vista distintos al salir de la sala, aunque mayormente muy poco positivos.
Seguíamos nuestra agenda sin salir de la sección Nuevos Directores con la producción surcoreana Gull, escrita y dirigida por la directora Kim Mi-jo.
De corte lento y sosegado, la película se centra totalmente en la vida de nuestra protagonista, (la cual realiza un papel extraordinario) donde veremos el viaje que realiza desde la gloria hasta los bajos fondos del infierno. Una visión al daño que pueden crearnos aquellas personas que creemos tener cercanas y que por la imagen o estatus social te dan la espalda. Duro relato que removerá a más de un espectador.
Seguíamos ahora dentro de la Sección Oficial con el último trabajo realizado por el director español Fernando Trueba, El olvido que seremos.
Encarnado por un genial Javier Cámara, veremos la evolución de este personaje en la etapa más activa de su vida, por la cual también fue asesinado. La mirada íntima que el director quiere reflejar en el espectador, del entorno plácido que impregnaba toda la familia, al final acaba siendo su propio enemigo, ya que pierde total credibilidad al abusar de tan buena sintonía. Aún así, como biopic para quien no conozca esta figura colombiana, funciona a la perfección.
Y para cerrar el día la última de las Perlas que veíamos en el Festival, la película norteamericana The world to come, de la directora Mona Fastvold.
Un relato que si bien pueda carecer del realismo histórico necesario para ser creíble del todo, la verdad es que el formato en que está realizada y el atractivo de la historia que nos cuenta se hace muy agradable. Como si nos estuviesen narrando directamente la novela de la que parte, el detalle de las sensaciones que a nuestra protagonista le surgen tras enamorarse de su amiga llegan al espectador de forma directa. Quizá demasiado pomposa en algunos tramos, pero al final acaba siendo un drama romántico más que aceptable.
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