Cuarto día de Festival y seguimos viendo títulos muy interesantes del panorama nacional e internacional. Esto es buena señal, ya que dentro de estas circunstancias tan especiales que estamos viviendo, podemos apreciar cómo el cine sigue abriéndose camino ante las dificultades para hacer llegar a los espectadores todas estas películas, y mucho más agradecer al Festival el mantenerse firme y brindarnos la oportunidad de poder verlas.
Comenzábamos pues el día con Any crybabies around?, película de origen nipón incluida dentro de la Sección Oficial, escrita y dirigida por Takuma Sato.
Volvíamos de nuevo a ver una película que trata un tema tan complejo como es el alcoholismo, pero desde otro país en el cual también se sufre un alto grado de casos al respecto, Japón. Seguiremos el desdichado episodio de un joven que, tras emborracharse y hacer el ridículo durante una festividad tradicional nipona, se verá en la obligación de marchar de casa ya que su familia no soporta más sus irresponsabilidades. A partir de aquí, la lucha por seguir adelante le hará ver la realidad, queriendo volver a la vida que tenía previamente.
El aspecto más destacable de la película quizá sea esa visión de la parte menos tecnócrata y más apartada de los salarymen, acercándose a la sociedad más tradicional del país donde seguir adelante con la vida sea posiblemente algo más complicado. Desde ese espectacular inicio donde veremos desde dentro una festividad tan tradicional del folklore nipón como es el Namahage, hasta los precarios empleos en el que los protagonistas se aferran para sobrevivir, esta historia se desarrolla fuera de las urbes y del estrés de la gente de la capital. A partir de aquí, el drama que plantea sobre la reconciliación y el arrepentimiento es bastante común, con un planteamiento ya bastante visto. De todas formas, el conjunto y sobretodo el acercamiento cultural, hacen de ella un decente trabajo.
El siguiente turno en nuestra agenda era para el curioso documental producido y dirigido por Matt Dillon sobre la figura del poco reconocido artista latino, El gran Fellove.
Quizá nosotros éramos unos de los pocos que desconocíamos la faceta de Dillon para con la música, pero en este documental deja claro que es un gran melómano y al parecer bastante exquisito sobretodo con los ritmos cubanos. Recuperando material rodado a principios de este siglo XXI por él mismo, nos hará descubrir a un artista y un estilo musical con orígenes latinos, muy cercano al jazz fusión contemporáneo, del que aprenderemos muchas cosas nuevas.
Comenzando por una adecuada presentación donde veremos el por qué de esa afición junto a su amigo y bajista de jazz Joey Altruda, se hará un repaso de los orígenes del ritmo cubano hasta llegar a la pieza clave que da vida a este documental, el descubrimiento del cantante de scat El gran Fellove. A partir de aquí, la proposición de grabar un nuevo disco junto a él y demás famosos artistas del momento llevó a Dillon a realizar una especie de making off que con el tiempo se ha convertido en este documental. Un último homenaje a este artista que vivió por y para la música y que gracias a ellos vuelve a redescubrirse dejando como legado póstumo este último trabajo musical.
Y volviendo a la sección New Directors, la directora Isabel Lamberti nos traía una película quasi documental titulada La última primavera.
Primer largometraje de esta joven directora que con sus anteriores trabajos ya demostraba su carácter de denuncia hacia asuntos sociales verdaderamente delicados. Esta vez ha decidido hacer una parada en la Cañada Real de Madrid, un lugar prácticamente conocido por todos y en el que no hace falta descubrir la situación de precariedad en que se encuentran las familias que allí conviven. En ella seguiremos a una familia durante el proceso de reubicación a una nueva vivienda.
Rodada en un formato cercano al documental, la directora nos irá presentando a los personajes haciendo una vista panorámica de su día a día, mostrando tanto las dificultades que tienen de integración en la sociedad, así como la unión y cariño familiar que desprenden entre ellos. Pero ya sea por el ritmo que imprime al desarrollo y la forma de hacerlo, muy semejante a cualquier episodio de programas televisivos tipo Callejeros, la verdad es que no nos ha acabado de cuajar del todo. Aún así, es una buena oportunidad para dar a conocer esta problemática al exterior de nuestras fronteras.
Para la siguiente película en nuestro casillero volvíamos a la Sección Oficial con la producción lituana In the Dusk, del director Šarūnas Bartas.
Está claro que el estilo propio que se ha forjado este director seguramente no sea de buena degustación para todos los espectadores, ya no por el contenido de sus películas, sino por la acusada autoría que le imprime al realizarlas. En esta que nos presenta, tal y como su propio título indica, se desarrolla prácticamente toda en un ambiente lúgubre, creando una atmósfera opresiva que, sumada a la sordidez con que la desarrolla, puede acabar siendo un ejercicio de desaliento para quien la vea.
Pero en esta ocasión, quizá, el formato propuesto sea el apropiado para poder acercarnos a la triste y desolada vida que tiene la familia protagonista. En plena Segunda Guerra Mundial y viviendo en una zona rural lituana, los contratiempos y quebraderos de cabeza que le supondrá el conflicto bélico aparte de pertenecer a un régimen comunista en pleno apogeo, harán que la supervivencia casi sea un milagro. Todo ello contado desde el punto de vista del más joven de la casa, hecho que propicia además verlo casi desde un lado más instructivo que no dramático. De todas formas, una vez en situación y dejando claro todo este aspecto, la historia se desarrolla muy lentamente y se dilata demasiado como para mantener la atención las más de dos horas que dura. Eso sí, el apartado técnico es impecable.
Y cerrábamos la jornada dentro de la sección Perlas con Herself, película dirigida por la directora irlandesa Phyllida Lloyd y que venía directamente de Sundance.
Seguimos presenciando la aparición de propuestas que quieren reivindicar o realizar algún tipo de protesta o alarma hacia aspectos sociales y humanos de los cuales es necesario hablar. Esta película, precisamente, se centra en la historia de una joven madre de dos hijas que en su propia casa sufre un caso de violencia de género, la cual tras dar el paso hacia su libertad, se encuentra con que la sociedad le pone trabas para poder reiniciar su vida de nuevo. Así pues, toma la decisión de construir ella misma un hogar donde poder ver crecer a su familia, evocando al acrónimo inglés Do It Yourself (Hazlo Tú Mismo).
La directora claramente bebe de uno de los referentes en este tipo de cine como es el británico Ken Loach, tan cercano al ciudadano de a pie con el que la mayoría empatizamos y muchas veces nos vemos reflejados en los personajes de sus películas. Tiene buen ritmo y los actores cumplen con creces sus interpretaciones, pero parece que está toda hecha de clichés, como si de una sesión de sobremesa de calidad estuviésemos hablando. Intenta buscar la emoción fácil en el espectador de forma innatural y eso hace que pese en su credibilidad. De todas formas entra bien, no aborrece, y aunque no deje mucho para debatir tras su visionado, es recomendable.
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