Así pues, comenzaba la mañana con la sesión matinal infantil proyectándose una la película japonesa Yatsurugi 9 de Yohei Tomie.
Como siempre, no se espera sorpresa alguna con este tipo de películas y mucho menos con esta franquicia. Todas cortadas con el mismo patrón, al final casi que se pueden describir sin haberlas visto... pero por ese mismo motivo es por lo que son tan especiales y por los que tienen tantos seguidores. Una más para la saca, y que continúen con este ritmo.
Seguíamos con otro anime del país nipón, pero esta vez enfocado a un público más adulto. Se trataba de Psycho-Pass:SS de Naoyoshi Shiotani y Katsuyuki Motohiro.
Mezlca de animación 3D con dibujo tradicional, el argumento se centra en casos relativos a situaciones producidas en el supuesto futuro en el que se ubica, centrándose cada uno de ellos en personajes concretos y desarrollando un poco más sus personalidades, siendo todos ellos tratados en los tres casos. Una forma más de expandir el universo de la serie que, aunque no se siga, se puede seguir sin ningún problema.
La tercera película del día y dejando un poco aparcados los animes, era otra producción japones que tenía además un componente muy especial. Se trataba de Tunguska Butterfly de Akira Nobi.
Aún así, e intuyendo de antemano que no iba a ser una maravilla contando que no se trataba de una gran producción, la mezcla que hace entre drama y cine de artes marciales no acaba de cuajar del todo. Por la segunda no hay ningún problema, ya que se ve que la actriz aún sigue estando en forma para repartir unos cuantos mamporros al personal, que siempre es de agradecer. Pero el resto del argumento que sustenta las escenas de acción no están a la altura y queda bastante descompensada, aparte de las poco acertadas actuaciones de sus protagonistas. Entretenida.
Y siguiendo con la agenda le tocaba el turno a la comedia romántica de origen tailandés Friend Zone de Chayanop Boonprokob.
La historia nos cuenta las aventuras y desventuras de una pareja de jóvenes que no pasan de la llamada friend zone, aunque la tensión amorosa que existe entre ellos sea demasiado grande. Un ir y venir desde la adolescencia hasta la edad adulta, pasando por diversidad de localizaciones (a veces parece un vídeo promoción de la compañía aérea Thai Airways) en busca de amores y desengaños. Lo más destacable son las pequeñas conversaciones entre los chicos que se encuentran en esa misma situación y explican sus experiencias.
La sesión al aire libre de ayer era para otra película de animación, Her blue sky de Tatsuyuki Nagai.
La historia toma un carácter mucho más complejo cuando a día de hoy y tras tantos años conviviendo solamente con su hermana, aparece un ente del pasado de nuevo en sus vidas. Se trata del novio de la hermana mayor, el cual se marchó a buscar fortuna con la música a Tokyo y del cual no se sabe nada desde entonces. Ese cruce del pasado con el presente hará revivir viejos sentimientos que parecían perdidos y harán surgir otros nuevos que provocarán en la pequeña experimentar sensaciones que no había tenido nunca. Un coming-of-age amable y bonito.
Y para cerrar el día volviendo al Vigatà, una nueva sesión doble prácticamente grindhouse la cual comenzaba con el título japonés Hydra de Kensuke Sonomura.
La historia nos habla de la existencia de una organización secreta que intenta mantener el orden dentro del mundo underground, haciendo así que la ciudad sea un poco más segura. Para ello utiliza a un joven cocinero que tras su empleo tapadera podremos descubrir como actúa esta sociedad. El problema vendrá cuando la yakuza querrá poner fin a sus movimientos. Lo más destacable son sus impresionantes escenas de acción, a base de peleas al estilo callejero y muy bien coreografiadas, sin utilizar ningún tipo de parafernalia extra. Si no fuese por la ralentización del ritmo en su parte dramática, la película daría mucho más que hablar.
Cerrando la jornada ya entrada la madrugada, los espectadores nos volvimos locos con la proyección de Crazy Samurai Musashi de Yuji Shimomura.
Más allá de esta breve introducción, la película es una completa pantomima como si de un juego de rol en vivo se tratase. Esa más de una hora de rodaje sin parar se centra en el protagonista y su pelea contra todo un clan de samuráis, en la que el limitado número de actores va reapareciendo una vez tras otras, muriendo y remuriendo 4 o 5 veces durante toda la pelea. Más que asombro, lo que ha provocado ha sido más de una risa en los espectadores, los cuales nos lo tomábamos a cachondeo.
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