Comenzábamos el día con la producción china Super me, segundo trabajo de Zhang Chong que vuelve a pisar el cine de género con esta curiosa película.
Para ello se sumerge en el fantástico jugando entre lo onírico y lo real, haciendo que nuestro protagonista abrumado por sus pesadillas pueda caminar entre los mundos, negociando en nuestro mundo con los objetos obtenidos en sus sueños. Más allá de aquí, el desarrollo se hace de forma acelerada, prácticamente repitiéndose en bucle y haciendo que lo poco más de hora y media que dura nos parezca mucho más larga.
La siguiente en el casillero acabó siendo lo mejor del día, aunque ya estábamos casi seguros de ello antes de entrar a la sal. Se trataba de Le Daim, el nuevo trabajo del siempre inclasificable Quentin Dupieux.
En esta nueva entrega dentro de su surrealismo, Dupieux mantiene el pulso a todos estos nuevos artistas que con grabar cuatro vídeos en Youtube ya son lo más. Bueno, pueden serlo, al final el arte también tiene su subjetividad, y por ello la excentricidad de nuestro protagonista con su chaqueta que le da órdenes es el claro ejemplo utilizado como metáfora para ello. Inclasificable, como siempre, vuelve a crear una atmósfera raruna que hará la delicia de todos sus seguidores con ese humor tan ácido y anormal que tiene. Otra nueva genialidad (o locura) que no se puede explicar, sino solamente ver y hablar de ella con tus iguales.
Y tras leer la sinopsis y esperar una buena película de ciencia ficción pura, Les particles de Blaise Harrison fue bastante decepcionante.
Pero más allá de la realidad, el desarrollo de la misma de forma contemplativa e incluyendo en la trama un drama puro y duro, hacen que la película no te deje entrar en ningún momento, haciéndose eterna para luego llegar a una conclusión que no hace mejorar su valoración final. Muy prescindible.
Y aunque tampoco se podía esperar mucho de la producción norteamericana Depraved, último trabajo de Larry Fessenden, la verdad es que también dejó mucho que desear.
Eso sí, se podría destacar el aspecto más intimista y menos terrorífico que le da a la misma, ya que los sentimientos de la criatura y sus tormentos son el principal móvil con el que va avanzando la película. Pero aún así, se pierde mucho en darle una cobertura a esa idea y acaba aburriendo más que generar un mínimo de interés en el espectador.
Y para terminar la jornada volvíamos al terror con Girl on the third floor de Travis Stevens.
Pero aún así, quitando las cuatro escenas en las que podríamos decir que el terror se apodera de la pantalla y los toques de humor negro que la invaden en algunos momentos, la verdad es que en su cómputo global la película es bastante floja. Quizá sea porque ya tenemos el tema bastante quemado, pero no nos ha sido para nada atractiva. Entretenida sí, pero poco más.
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