Arrancábamos pues la jornada de domingo con el primer largometraje tras las cámaras del director español Óscar Martín, y un título tan sugerente como enigmático, Amigo.
Un relato que se desarrolla mayormente en interiores y que le dota de una atmósfera que a medida que avanza la película se irá haciendo cada vez más claustrofóbica. Sumado a la sordidez con que está rodada y la tensión que se genera entre los dos protagonistas, la tensión irá creciendo en el espectador de forma gradual hasta llegar al fantástico desenlace, incluso con esos toques humor negro tan inteligentemente ubicados para intentar diluir la seriedad con que se enfoca el film. Destacar la maravillosa actuación de los dos actores, pero sobretodo por el genial Botet, que cada trabajo que realiza demuestra estar en otra órbita.
La siguiente del día venía aclamada por la presencia en el Festival de su actriz principal, Olga Kurylenco, que junto a su director Christian Volckman presentaban la película The room.
Partiendo de una idea original aunque poco sorprendente o llamativa como es la de tener la posibilidad de materializar cualquier cosa que puedan imaginar (aunque condicionados por un pequeño detalle), la película se centra en los altibajos que esto provoca en la pareja de protagonistas y sus reacciones ante los acontecimientos. Pero la decentemente conseguida atmósfera que el director crea sin salir prácticamente del interior de la casa se queda en un mero hecho puntual, ya que las limitaciones interpretativas que nos ofrecen los actores hacen que lastren el interés sobre la misma. Aparte, lo predecible que llega a ser el guión deja como resultado global un trabajo medianamente pasable aunque bastante olvidable tras su visionado.
Y para amenizar un poco más la jornada, en nuestra agenda le dábamos el turno al primer thriller surcoreano de esta edición, Idol, de Su-jin Lee.
Con demasiados giros en el guión que no llevan a ninguna parte mas que para desorientarnos en la trama principal, a medida que va avanzando el metraje se va perdiendo el interés por la misma. Tiene algunos momentos muy buenos y el reparto lo deja todo delante de las cámaras, como suele suceder mayoritariamente en el cine surcoreano de este subgénero, pero quizá un poco más condensada y andarse menos por las ramas sería mucho más interesante.
La primera de la tarde era otro producto Netflix, la cual esta misma semana se estrenaba también en la plataforma doméstica siendo accesible para los abonados. Se trataba de Fractured, de Brad Anderson.
Pero nada más lejos de la realidad, ya que tras los primeros minutos de metraje y de forma nada sutil hacia el espectador, le deja prácticamente en bandeja tal declaración de intenciones que le invita a la sospecha de lo que seguramente está por pasar, debilitando el interés por la misma sin haber llegado a la mitad del recorrido. Carente de sorpresas y de giros que realmente sean interesantes y aporten algo a la historia, el conjunto global no pasa de ser un producto más de sobremesa de domingo, para ser disfrutada en el televisor de casa.
Y para cerrar el día, asistimos al pase gratuito de todos los episodios que componen la nueva serie creada por la BBC basada en la famosa novela de H.G.Wells, War of the worlds.
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