Sitges 2019 ~ Día 1

Una nueva edición de este Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, la 52ª ya, se nos presenta por delante con una agenda repleta de títulos interesantes, de los cuales ya hemos hecho nuestra pequeña selección para poder disfrutar en la medida que se pueda de las diversas secciones que la componen. Un año más, intentaremos cubrir lo mejor posible los acontecimientos que vayan sucediendo a lo largo de sus diez días de duración, tanto opiniones de las películas vistas como de las actividades paralelas que hay programadas, así como de las ruedas de prensa de los artistas invitados.

Pero vayamos al grano, ya que de momento hemos cumplido con la primera jornada, la cual comenzábamos con la proyección de Code 8 (2019), producción estadounidense dirigida por Jeff Chan.

La película se basa en un corto con el mismo título, el cual se utilizó para abrir una campaña de crowfunding y así intentar buscar fondos para poder realizarla. Tras conseguir 2.4 millones de dólares y tres años de trabajo, por fin tenemos la oportunidad de ver el resultado final en la gran pantalla. Y es que más allá del reclamo de sus actores protagonistas Stephen y su primo Robbie Amell (conocidos por la serie televisiva Arrow), la verdad es que tras la prometedora presentación en su primer tercio la historia carece totalmente de interés. Personas con poderes especiales se ven marginadas por la sociedad y obligadas a sobrevivir con trabajos precarios y controles abusivos por parte de la autoridad. Repleta de clichés y una casi nula motivación que pueda enganchar al espectador, hacen de ella un episodio televisivo alargado a formato largometraje. Una pena, ya que de los pocos recursos que disponía, en el apartado técnico se aprecia un trabajo bien hecho, pero no todo es envoltorio.

La siguiente en nuestro casillero se presentaba por si sola. Película inaugural de la cual se viene hablando desde que la organización del festival la anunció meses atrás. Se trata del último trabajo del siempre interesante director estadounidense Vincenzo Natali, el cual traslada a la gran pantalla la novela de Joe Hill en colaboración con su padre, Stephen King, que lleva el mismo título, In the tall grass (2019).

Producción Netflix cuyo estreno en la pequeña pantalla se realizaba hoy mismo, pero que aún así no ha sido una desmotivación para que los espectadores decidieran verla en el cine, en el Festival, y no en sus casas. Una historia que se centra en un inmenso campo de altas hierbas donde nuestros personajes se verán envueltos (y nunca mejor dicho) en una pesadilla de la cual no podrán salir, ya que las poderosas fuerzas de la naturaleza los retendrán a voluntad controlando el espacio y el tiempo. Un relato que a priori parece querer crear tensión y claustrofobia en el espectador, pero que por contra acaba convirtiéndose tras su prometedor inicio en un repetir continuo de las mismas situaciones una y otra vez para acabar en un final correcto pero bastante atropellado. Natali se maneja bien con los elementos, pero el conjunto no acaba de cuajar del todo y queda como resultado una película que sí, para televisión está muy bien pero como sesión inaugural de un festival de esta dimensión deja mucho que desear.

Sin salir del recinto del Auditori, a continuación seguimos con la proyección de la ópera prima del joven director estadounidense Henry Jacobson, el cual entraba en la Sección Oficial con esta Bloodline (2019).

Blumhouse se encarga de producir esta pequeña película en la que tendremos como protagonista al ya conocido actor de Seann William Scott en un papel que difiere de sus habituales comedias. Entre el slasher y el thriller psicológico, esta película nos narra cómo la frustración de este psicólogo infantil al querer intentar tener para si mismo y desear a los demás una familia perfecta, provoca que de por medio lleve a cabo una serie de asesinatos para poder conseguir ese equilibrio. Algo tramposa en su desarrollo y con algún giro interesante (aunque predecible), hacen que aunque no sea tan efectiva como otras películas de esta productora, la verdad es que entretiene y sobretodo anima al espectador de este Festival con sus violentas escenas. Correcta.

Y para seguir con esta intensa primera jornada, nada menos que la última película del siempre polémico Rob Zombie titulada 3 from hell, con la que quiere cerrar una trilogía que ya comenzara con sus éxitos House of 1000 Corpses (2003) y The Devil's Rejects (2005). 

Desatino total el de este director al recuperar estos personajes en una nueva e innecesaria película, quedando como resultado final un refrito que toma como base una historia sin sustento alguno. Los protagonistas salen de la cárcel, vuelven a reunirse, y provocan de nuevo (o lo intentan) el terror allá por donde pasan. Ya visto, ya esperado y nada espectacular. Aparte, las interpretaciones se pasan del histerismo haciéndose los actores hasta pesados a medida que avanza el metraje, que sumado al tratamiento que Zombie le da a la película, se agradece aún menos.

Y cerrábamos la jornada con Zombi Child, dirigida por el actor y director francés Bertrand Bonello, el cual parece intentar aportar nuevos aires al cine de género de su país y que con su último trabajo, dentro de la sección Noves Visions, corrobora ese estatus.

Recuperando a Tourneur y su representación del zombie haitiano, Bonello nos sumerge en un relato de adolescentes en el que más allá del terror mezclará el drama con las artes ancestrales del budú, permanentes en la cultura sumergida de este país. Un contraste entre la actualidad y el pasado que mediante flashbacks nos irá relatando y confeccionando una historia que tendrá su vínculo entre las dos épocas. Propuesta interesante pero quizá con esa falta de atractivo necesario para que termine de ser más apacible para el espectador, aparte de la difícil conjugación (aún queriendo remarcar el contraste) de desarrollarse en dos países distintos (Francia y Haití). Como decíamos antes, nuevos aires para el cine francés que esperemos tengan sus buenos resultados a futuro.