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TerrorMolins

28 septiembre, 2019

Zinemaldi 2019 ~ Día 8

Ayer se proyectaron los últimos trabajos que formaban parte de la Sección Oficial y esto indica que estamos llegando al final de esta edición. Muchas películas nos hemos llevado de aquí y aún así con dudas para la quiniela definitiva en la entrega de premios. Pero hagamos un repaso de las sesiones a las que asistimos.

La primera de la mañana entraba dentro de la sección de Nuevos directores, con la segunda producción del director chileno Jorge Riquelme Serrano, que lleva por título Algunas bestias.

Algunas bestias
La película busca claramente la provocación del espectador utilizando como elemento vehicular a sus 6 personajes, componentes todos ellos de la misma familia pero de tres generaciones diferentes, con varias escenas que pueden evocar atisbos del mejor Haneke, aunque salvando muy de lejos las distancias. Y esto la perjudica en cierta manera, ya que la propuesta que debería quedar enmarcada en primer grado sobre esta historia es la disputa entre los protagonistas, que se va incrementando desde algún pequeño roce familiar a una trifulca totalmente clasista.

Aparte, aún viendo que se sabe manejar con las cámaras (ya que mayormente se desarrolla dentro de un reducido espacio), parece que le falta llevar bien los tempos para que el ritmo de la película sea el correcto en cada momento y no haga desesperar al espectador. Hay muchas lagunas donde parece estancarse sin salida y algunas otras donde se recrea demasiado cuando el mensaje ya ha sido captado. Eso sí, los actores hacen un fantástico trabajo, un pilar indispensable sabiendo que la atención recae plenamente en ellos.

La siguiente era el pase para prensa de la película que clausuraba el festival, que aún dentro de la Sección Oficial quedaba fuera de concurso. Se trataba de la producción francesa The song of names, de François Girard.

The song of names
Para ser una película de clausura de festival parece no haber tenido buenas críticas en general a la salida de su proyección. No es que sea un despropósito, pero si que adolece de ser una más de las tantas que se han hecho bajo el entorno de la Segunda Guerra Mundial y que no destaca en ninguno de sus aspectos para que se desmarque del resto. Tomando como vehículo de transporte la música clásica, y en concreto con el violín, la historia nos narra la búsqueda en el presente de una amistad que quedó quebrada y separada en la infancia por la Guerra.

Con una primera parte en que la presentación parece dejarnos intuir que vamos a ver un trabajo prometedor, la verdad es que todo el desarrollo intermedio y sobretodo el desenlace no acaban de cuajar del todo, dejando solamente alguna que otra escena musical en la que realmente se aprecia el mensaje posiblemente quiera darnos la película. Para hablar de los valores que nos mueven y conmueven, sumado además a la maltrecha vida que sufrieron estos judíos en pleno régimen fascista, se queda bastante lejos de llegar, como mínimo, a tocar la fibra del espectador. Y es que si el guión no funciona del todo bien, al menos que te remueva la conciencia un poco por dentro... pero ni por esas. En fin, una lástima no haber podido tener la ocasión de ver una clausura que deje el listón bien alto.

Y para rematar la jornada, la última de las perlas que veíamos en el festival, una producción francesa cargada de humor de la mano de Michael Angelo Covino, The climb.

The climb
A simple vista no se aprecia que esta película sea una gran producción, pero sí que se nota lo trabajada que está para el poco presupuesto del que se disponía. Basada en un corto del mismo nombre, este director se estrena en el largometraje escribiendo, codirigiendo y actuando en una comedia fresca y muy inteligentemente medida. La película se divide en capítulos, los cuales nos irán contando la historia que ha unido a estos dos amigos y que hoy día siguen vinculados el uno al otro (a pesar de los pesares).

Prima la sencillez en su apartado técnico, aunque es una película la cual puede prescindir perfectamente de ello, ya que centrándose específicamente en sus protagonistas y si éstos defienden su cometido más que correctamente, entonces es cuando se puede premiar a su director por haber hecho disfrutar al espectador sin muchos aspavientos. Graciosa en todo momento y sin hacerse pesada, hace uso de un humor ácido e inteligentemente colocado para deleitarnos con esta desastrosa amistad que, a fin de cuentas, es amistad y todo lo demás se puede perdonar. Gran elección para clausurar la sección Perlas del festival.

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