La primera de la jornada de ayer fue la producción inglesa Rocks de la directora Sarah Gavron, la cual entraba dentro de la Sección Oficial.
Tercer largometraje de una directora dedicada mayormente a la televisión pero que en su corta trayectoria ya se puede apreciar la protesta social hacia aspectos cotidianos que quizá se nos puedan pasar por alto pero que son necesitados de ayuda con carácter de urgencia. Rodada en un formato quasi documental, los jóvenes actores distan de realizar una interpretación estilizada hacia una más abrupta cercana a la realidad, muy de agradecer sabiendo de antemano que la mayoría son primerizos.
La siguiente pertenecía a la sección Perlas y en la que pudimos ver el segundo trabajo del actor, escritor y director norteamericano Casey Affleck, Light of my life.
Está claro que al ser el realizador de su propia película tiene claro lo que quiere que se refleje delante de las cámaras, así que siendo partícipe también en el reparto actoral, contagia a los demás con ese mismo énfasis y les dirige con gran acierto. Pero aún teniendo un empaque global bien trabajado, parece faltarle un paso más para que sea una película más grande. Es como si nos estuviese alimentando la primera hora con unas expectativas que al final nunca acaban de llegar. De todas formas, es una película muy recomendable y llena de valores que quizá hoy día se están perdiendo.
Rescatada del olvido y tras una singular y algo sombría historia, por fin veía la luz el documental que grabó Sydney Pollack de las sesiones Gospel que Aretha Franklin grabó en una iglesia de Los Ángeles, convirtiéndose en el mejor disco del género. Amazing Grace de Alan Elliot
Así pues, y aunque fundamentado por la muerte de la cantante el año pasado, por fin hemos podido apreciar la magnitud de lo que significó aquel concierto, tanto para ella como para el resto del mundo musical. Una maravilla poder ver a Aretha en su mejor momento desplegando ese chorro de talento que posiblemente nadie pueda igualar, así como el sentimiento que le impregna y que directamente traslada al espectador hasta ponerle los pelos de punta. Una maravilla que hay que disfrutar a máximo volumen y con las mejores condiciones acústicas posibles.
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