No es terror sólo lo que parece serlo...
- Título traducido: Midsommar
- Director: Ari Aster
- Guión: Ari Aster
- País: Estados Unidos Año: 2019 Duración: 145 min.
- Música: Bobby Krlic Fotografía: Pawel Pogorzelski
- Compañía: B-Reel Films, Parts and Labor, A24
- Intérpretes: Florence Pugh, Jack Reynor, Will Poulter, William Jackson Harper, Ellora Torchia, Archie Madekwe, Vilhelm Blomgren, Julia Ragnarsson, Anna Åström, Anki Larsson, Lars Väringer
- Género: Terror, Drama
Christian y Dani están pasando un difícil momento en su relación sentimental y deciden viajar con sus amigos a Suecia, donde convivirán con un grupo de personas que se encuentran aisladas de la sociedad en un pequeño poblado perdido en las montañas. Allí celebrarán juntos la fiesta del solsticio de verano, en una ocasión especial que solamente se da cada 90 años y les congrega en su particular religión. Pero poco a poco se darán cuenta que no todo es tan idílico como parecía en un principio...
Esta vez se centra en la crisis de pareja y en el proceso que les acabará llevando hacia el ya previsible desenlace sin futuro de su relación. Para ello se hace servir de este subgénero, donde mezclará lo bucólico y lo ligérsico para realzar las emociones que nuestra protagonista, Dani, irá viviendo hasta aclarar sus ideas y tomar una decisión final. Un viaje en el que la comuna, secta o reunión de colgados que se dedican a realizar rituales ancestros y a llevar una vida lo menos civilizada posible (aunque sí organizada), hará que nos inquietemos con sus quehaceres y a la vez lleguemos a tomarlo como un chiste grandilocuente provocado por esos toques de humor tan bien colocados.
Y es que más allá de las interpretaciones o de lo que realmente nos quiere explicar con su historia, solamente por el apartado visual y técnico ya debería ser de obligada visita para el aficionado. Se nota que tiene mano para manejar los elementos que la componen y, con una excelente fotografía, coreografía y buen hacer, provoca que secuencia tras secuencia quedemos embobados mirando la pantalla con esas consecuciones de figuras simétricas, símbolos rúnicos y elementos florales. Y eso que es completamente opuesto a su anterior película, ya que si en aquella jugaba mayormente en la oscuridad, aquí lo hace con la dificultad de que casi siempre nos encontramos a plena luz del sol. Eso sí, lo aprovecha a la perfección para dotarla de una resaltada colorimetría que inspira una falsa felicidad y tranquilidad, la cual choca directamente con su argumento y nos inquieta aún más si cabe.
En definitiva, es una película que vuelve a no ser apta para todos los públicos, ya no por las escenas más extremas, sino por el estilo tan particular con el que está hecha. Un estilo que, con tan solo dos películas en su filmografía, Ari Aster ha sido capaz de desmarcarse de la línea habitual, pudiendo llegar a decir que es propiamente suyo. Esto puede llegar a jugar en su contra, ya que de declararle como una de las figuras emergentes más prometedoras del cine actual, podemos pasar a acusarle de pedantería suprema por ser tan particular. Pero por el momento, desde aquí ya estamos esperando para saber con que nos sorprenderá en su siguiente película...
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