La película que abría la lata era el nuevo trabajo del bilbaíno Koldo Serra, que con sus 70 Binladens (2018) se acerca de nuevo al thriller.
Rodada casi completamente en interiores, el ritmo que le imprime jugando con los diálogos cruzados entre los protagonistas hace que no decaiga en ningún momento, sobretodo por la magnífica interpretación de los actores principales y del buen desarrollo de sus personajes. Además, a medida que avanza la historia, nos va llevando hacia un terreno en el que sugerirá al espectador un posible desenlace, pero que acaba dándole una vuelta de tuerca más en su finalización. Muy entretenida.
El siguiente era otro de los títulos estrella de esta edición, la nueva entrega de la saga Halloween, en el cual el tito Carpenter se implicaba más que en otras entregas, ya que aparte de avalarla económicamente, le daba una vuelta al tema musical principal de la original. Halloween (2018), dirigida por David Gordon Green.
Obviando totalmente todas las entregas posteriores que han habido hasta la fecha, la película sigue el patrón empleado en la original, pero ahora en vez de recaer el peso en una scream queen lo hace en tres de ellas, representado a tres generaciones diferentes. Todo lo demás es un recurrir a pasajes del pasado sin aportar nada nuevo ni arriesgado, yendo sobre seguro y replicando lo que antes ya había funcionado. Está muy bien dirigida y entretiene de principio a fin, pero nuestras sensaciones han sido que podía haber dado algo más de si.
Y la sorpresa del día ha sido esta desconocida (para nosotros) producción francesa que nos ha dejado muy buen sabor de boca, L'heure de la sortie (2018) de Sébastien Marnier.
Siguiendo con un ritmo más tanquilo tras el flash inicial, la trama continúa hábilmente con un juego para el espectador en el que mediante la investigación de nuestro protagonista para averiguar más sobre la extraña actitud de sus alumnos, nos irá sugiriendo o mas bien dejando bajo nuestro criterio, el creer (o no) hacia donde nos está llevando, si paranoia, obsesión, ... Aparte, aprovecha de paso para concienciar al espectador sobre el camino que estamos siguiendo hacia la autodestrucción de nuestro planeta con pequeños sketches sacadaos de la realidad. Lo dicho, un pequeño gran descubrimiento.
Y para nuestro pesar, una ligera decepción que, aunque la película está muy bien, no era lo que esperábamos. Se trataba de The man who killed Hitler and then the Bigfoot (2018) de Robert D. Krzykowski, financiada por el propio Douglas Trumbull y producida por Lucky McKee.
Contada desde una voz en off, la película va saltando al pasado haciendo uso de flashbacks que la dividirán en dos partes principales, una para cada personaje eliminado. Con una interpretación magistral de Sam Elliot y un magnífico desarrollo de su personaje, va profundizando cada vez más en ese amorío, tomándolo como el quiz que le da sentido a su vida. Es muy ligera, sin grandes aspavientos, pero con una historia que si quitamos esa no muy elaborada parte fantástica, se queda en un drama bastante convencional. Aún así, es muy entretenida.
Y para terminar la jornada la proyección de un documental sobre el genio de los efectos especiales, Trumbull Land (2018) de Gregory Wallet, al cual le siguió una genialísima masterclass con el propio Douglas Trumbull de ponente.
Una charla que algunos de los asistentes encontraron demasiado técnica, pero que para nosotros fue una auténtica maravilla. Es una pasada ver cómo después de tantos años aún sigue investigando y desarrollando nuevas formas de ver cine para vivir experiencias que hasta ahora solamente se habían tratado como ciencia ficción, y es que con este hombre todo es posible. Y es que ya en su primer proyecto para la feria internacional de Nueva York en 1964 o en su primera película Brainstorm (1983), ya comenzaba a hacerse eco de una tecnología que le diera la capacidad para ver proyecciones con una experiencia inmersiva total, la cual ha seguido buscando hasta día de hoy, donde parece que ha encontrado la que podría ser la clave definitiva.
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