Tercera jornada y siguen cayendo títulos de los cuales se tenía alguna expectativa, otros que han creado división de opinión entre espectadores y prensa, o sencillamente algunos que no tienen mucho por donde cogerlos.
Eso sí, lo que más expectación creó fue la presencia de Nicolas Cage, el cual presentaba el último trabajo en el que participaba, Mandy (2018), junto a su director Panos Cosmatos.
Imposible estar todos de acuerdo con esta esperadísima película de la que se venía hablando muy bien desde otros certámenes. Su director ha vuelto a dar forma a otro pequeño universo en el que si no entras desde sus inicios, seguramente ya irás perdido hasta el final. Un viaje lisérgico por los albores del heavy metal con el mundo de las sectas como vehículo de transición. Una locura que acaba con un Cage desatado en una suerte de tributo al cine de serie B, el cual nos brindará algunas de las mejores escenas del film. Muy disfrutable.
La siguiente era la propuesta con que el director argentino Demián Rugna nos acercaba al mundo de los poltergeist y entes malvados, Aterrados (2018).
Tras escuchar varias opiniones sobre lo bien que se había hecho este trabajo teniendo en cuenta su bajo presupuesto, la verdad es que entraba a verla con las expectativas por las nubes. Quizá ese ha sido mi gran error, ya que en ningún momento he conseguido entrar en ella. No me ha llegado ni su humor negro ni sus intentos de susto a golpe de altavoz. La historia parecía prometer bastante con ese mensaje de crítica a la sociedad argentina en época de dictadura, pero la verdad es que no me ha parecido que le diese una consistencia global. Buenas ideas, escenas muy conseguidas, pero no ha terminado de cuajar.
El siguiente era el nuevo trabajo de Nicolas Pesce, que tras su The eyes of my mother (2016) venía con las miradas puestas encima en esta Piercing (2018).
Basada en la novela Audition de Murakami (la cual no he leído), esta corta pero muy llamativa película es una auténtica oda el cine giallo pero con un corte mucho más formal. Estética, banda sonora y algunas escenas realmente maravillosas, marcan esta historia de pasiones entre un hombre y una mujer. No ha parecido gustar a todos, pero para mí ha sido una auténtica joyita.
Y cambiando de sala para el último tramo del día, veíamos la curiosa The head (2018) dirigida por el joven director estadounidense Jordan Downey.
Recién salida del horno, esta era la primera proyección a nivel mundial que se hacía de esta película. Un relato en el que seguiremos a un guerrero por su travesía en busca de venganza, ambientada en un mundo de espada y brujería en un entorno de alta montaña. Aún teniendo buenas formas, la verdad es que acaba haciéndose un poco cuesta arriba por su escaso contenido, el cual no parece dar más que para un mediometraje.
Y para rematar el día, el documental que todos estaban esperando, Live after Flash (2017) de Lisa Downs.
Para aquellos que de pequeños (o no tanto) se quedasen prendados por las desventuras de Flash Gordon en su más famosa adaptación, esta película explica todo lo que rodeó a la producción de la misma de la mano de sus protagonistas después de 35 años de su estreno. Repleto de anécdotas que desconocía por completo, la verdad es que se hace muy entretenido ver el cariño que siguen teniéndole. Quizá se centra demasiado en su protagonista, Sam Jones (el cual también es productor, como no), explicando demasiados aspectos de su vida personal y dándole minutos a amigos y familiares que no aportan nada. Aún así, ha merecido la pena.
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