La jornada de ayer concluyó dejando alguna que otra joyita de esas que, si no visitas un festival de estas características, es complicado que llegue a nuestro conocimiento, o mucho peor, que no haya otra oportunidad de poder verla en pantalla grande. La verdad es que se siguen manteniendo las buenas expectativas y, echándole un ojo a lo que queda de calendario, podemos augurar que el trayecto final de esta edición va a ser de traca.
Mi jornada comenzaba con el visionado de un gran clásico nacional como es La residencia (1970) de Narciso Ibañez Serrador.
Un gran acierto por parte del festival el proyectar las únicas dos películas que este gran director realizó para la gran pantalla. Aunque prácticamente toda su carrera la dedicó al mundo de la televisión, sabía perfectamente como diferenciar sus trabajos en ambos medios, quedado demostrado en su ópera prima como largometraje para proyectar en salas. Una película que demuestra la calidad de este director para jugar con el espectador, mucho mejor que algunos trabajos que hoy en día se pasean por el circuito comercial. Un must see ya no solamente para el aficionado de aquí, sino a nivel general.
Seguidamente pudimos ver una de las que me me sorprendieron gratamente, My father die (2017) de Sean Brosnan.
Y es que normalmente no suelo hacer ningún tipo de quiniela previa al visionado de una película, pero con ésta he de decir que estaba algo reticente simplemente por el hecho de tener un apellido muy reconocido en este mundo. Error. La historia de venganza que nos cuenta este joven director es más que correcta, además de tener muy buena mano en el apartado técnico. Localizada en el sur de los Estados Unidos, nos explica la historia de cómo una pequeña familia sin recursos se descompone por culpa de un padre maltratador, el cual encarcelarán por largo tiempo. Pero tras su liberación después de unos cuantos años, comenzará una persecución padre-hijo muy cercana al mejor noir. Todo ello utilizando una mezcla de recursos en la dirección muy bien mezclados y que ayudan notablemente a la narración de la historia. Como dije al inicio, una pequeña joya.
Y para rematar la jornada la que para mí ha sido la mejor del día, The evil within (2017) de Andrew Getty.
Una película que sin ser vista ya acarrea consigo cierta atracción, solamente por la larga historia que lleva anexada a la producción de la misma. Este es el resultado final tras 15 años de producción del proyecto de un millonario muy aficionado al cine de terror, al cual un día se le ocurrió realizar una película. No esperaba gran cosa, pero la verdad es que he salido muy contento de la sala. Sin ser una gran película, la he encontrado muy original y con un enfoque del terror que me ha llevado de nuevo al cine de los ochenta. Imaginativa y muy resolutiva teniendo en cuenta que se trata prácticamente de cine amateur (más por los conocimientos técnicos que no por su presupuesto). Una lástima que su director falleciese antes de ver el resultado final.
Además de estas, durante la jornada se pudieron ver The eyes of my mother (2016) de Nicolas Pesce, The unseen (2016) de Geoff Redknap, Therapy (2016) de Nathan Ambrosioni y The duke of Burgundy (2014) de Peter Strickland.
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