12 octubre, 2017
A medida que el festival va llegando a su fin, cada día la planificación de películas se va acortando más, con lo que la selección ha de ser más exhaustiva intentando escoger lo más interesante. La jornada de ayer no fue del todo mal, sacando algún que otro título para su posterior digestión cuando esta tormenta termine.
La primera de la mañana era Brimstone de Martin Koolhoven.
Por algún motivo que aún desconozco esta película se me ha atravesado desde el principio. Quizá por el hype que me inundaba previo a su proyección o sencillamente porque no le he encontrado el punto, pero no he salido con la sensación de haber visto algo tan genial. La he encontrado demasiado convencional con una historia ya visitada otras veces, predecible en todos sus actos y carente de originalidad. Y aunque la factura técnica sea de diez y las interpretaciones más que notables, el conjunto no queda del todo perfeccionado además de tener la pesada losa del excesivo metraje. Una lástima.
La siguiente ha sido la indonesia Marlina the Murderer in Four Acts de Mouly Surya.
Película en tono de western con algunos tintes de humor, el cual nos relata la historia de cómo una mujer toma la decisión de emprender un nuevo destino tras el incidente inicial en que se ve implicada. Destacar sobretodo la magnífica fotografía con una representación de la cultura indonesia brutal.
Acto seguido se pudo ver My Friend Dahmer de Marc Meyers.
Basada en el libro con el mismo título, la película nos cuenta cómo se pudo distorsionar la mente de uno de los asesinos en serie más famosos de los Estados Unidos, el carnicero de Milwaukee. Con un tono de película teenager, la verdad es que detrás de esa capa de falso humor se esconde un drama que llega a perturbar al espectador tras esa lenta gestación de un asesino. Genialmente interpretado, nuestro protagonista llega a generar la inquietud suficiente con sus acciones para llegar a incomodar al espectador.
Ya por la tarde continuamos con Salyut-7 de Klim Shipenko.
Pocas películas de ciencia ficción se ofrecen en este festival y cuando surge la oportunidad no quiero desaprovecharla. Esta producción rusa cumple con su cometido y entretiene durante las dos horas que dura. Efectos comedidos mezclados con rodaje real en gravedad cero hacen que las imágenes en el espacio sean una delicia. Aparte, el humor con el que tratan algunas escenas se agradece para no caer en la monotonía. La verdad es que el realizador le saca buen partido a lo que podría ser una aburrida misión de rescate en el espacio.
Y para finalizar la jornada The Wall de Doug Liman.
Se preveía que esta no iba a ser una gran película, pero tampoco que cayera en el defecto de parecer un cortometraje hinchado. Vendría a ser como una especie de manual sobre lo que no hay que hacer en este tipo de casos, ya que los cumplen todos. Entretiene durante un rato pero a la larga se hace bastante cansina. Prescindible.
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